Libros de Andrea Gomes

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Autor: Andrea Gomes

Temática: General

Descripción: 6 —Friday —dice. Ese es mi nombre. Viernes. Como el día de la semana en inglés. No es el nombre en mi certificado de nacimiento, pero me queda mejor que la vieja reliquia de mi vida anterior—. En unos diez días, quiero que vengas para un análisis de sangre. Cody se frota las manos. Está tan emocionado que me pongo toda llorosa de nuevo. Esas podrían ser la hormonas que solían sacarme en un ciclo similar a la de la donante de óvulos, pero de cualquier manera, estoy mucho más emocional que en un día normal. —¡Diez días hasta que sepamos si vamos a tener un bebé! —chilla Cody. Una sonrisa tira de mis labios mientras Garrett me ayuda a sentarme. Me siento mucho mejor con el vestido cubriendo todas mis partes femeninas, en vez de tener mi hoo-ha en el aire para que todos lo vean. —Puedo ir a trabajar hoy, ¿no? —pregunto. Asiente. —La única cosa que no puedes hacer es tener un orgasmo. El calor se arrastra hasta mis mejillas, así que froto mis palmas contra ellas. —¡Oh, no! —grito—. ¿Tendré qué prescindir de mis orgasmos diarios? Garrett levanta dos dedos. —Dos veces los domingos. —No levantes objetos pesados ni hagas ejercicio vigoroso. Y nada de baños calientes —dice la doctora. Mira el tatuaje en mi rodilla con gran interés. Es una tela de araña con un sonajero en medio. —Interesante —dice, más para sí que para mí. Demonios, ya vio el que tenía en el interior de mi muslo. Cubro mi rodilla con la mano, y quita su mirada. Tengo tatuajes por todo el cuerpo. Me encantan, y cada uno cuenta una historia. Dibujé la mayoría de ellos, y todos significan algo para mí. Sé que las personas con tatuajes tienen una gran cantidad de estigmas unidos a ellos, pero me gusta el arte, y me gusta llevar el arte en mi cuerpo. Júzgame si quieres, porque no me importa. —Tengo que volver al trabajo —dice Cody, y se inclina para besar a Garrett en los labios. Luego besa mi sien y se va, su sonrisa es grande y brillante. Garrett se junta a mí mientras me cambio de ropa detrás de la cortina. Puedo oír sus pies golpeando el lado de la mesa de examen en la que está sentado. Es como un niño pequeño con los pies balanceándose atrás y adelante. —¿A dónde tienes que ir cuando salgas de aquí? —pregunta. —Al trabajo —le digo mientras saco mi vestido por encima de mi cabeza. Me gusta la ropa clásica, y hoy no es diferente a cualquier otro día. Me pregunto cómo podré usar ese estilo de ropa cuando mi vientre sea grande y redondo. No estoy segura de que la ropa de maternidad tenga inspiración en lo clásico o si será fácil de encontrar. —¿No quieres tomar el resto del día libre? —pregunta él—. Podríamos ir de compras. Comprar cosas de bebé.

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Autor: Andrea Gomes

Temática: General

Descripción: 6 Uno de sus guantes se desliza por la muñeca, y ahí es cuando me doy cuenta de lo serio que es esto. Lark nunca se quita los guantes. Nunca deja que nadie vea sus manos o brazos. Jamás. Durante mucho tiempo, pensé que solo era una rarita de los gérmenes, hasta que descubrí la verdad. Pero el hecho de que acaba de dejar que su guante se deslice me dice mucho. —¿Murió alguien? —pregunto. Asiente. Pero luego niega. Luego vuelve a asentir. —¡Oh, Dios mío! —Me tapo la boca con la mano—. ¿Quién? —Sam Reed —jadea. Mi corazón se tambalea. Mi estómago se hunde y la oscuridad llena los rincones de mi visión. —Emily acaba de llamar para decir que él estuvo en un accidente realmente malo. Están todos en camino de regreso de la playa para ir al hospital. Me hundo en una silla. —¿Y él murió? —¿Cómo pudo hacerlo? Tenemos asuntos pendientes. Agita una mano en el aire. —No, no, todavía no. Me levanto de un salto. —Entonces, ¿por qué demonios me dijiste que estaba muerto? —¡En ese momento, estaba tratando de respirar! —grita de vuelta—. ¡No es mi culpa que lo entendieras mal! La puerta se abre de nuevo y otra de mis hermanas entra en la habitación. Por fin. Alguien que puede darle sentido a esto. —Emily acaba de llamar de nuevo —dice Wren—. Ellos acaban de llegar al hospital y Sam está en cirugía. —Wren podría ser un desastre en el exterior, pero es muy calmada por dentro. Gracias a Dios. Meto las baquetas en mi bolsillo trasero y me dirijo a la puerta. —¿A dónde vas? —grita Wren a mi espalda. No la espero. Paro un taxi y entro, mi corazón latiendo a un kilómetro por minuto. Sam está en el hospital. En cirugía. Dejé las cosas en un mal lugar la última vez que lo vi. Un muy mal lugar. No puedo soportar la idea de que esté herido y posiblemente muriendo sin saber realmente cómo me siento por él. *** El taxi se detiene en las puertas de la Sala de Emergencias y salgo. Voy a la recepción, y me dicen dónde está la sala de espera para la cirugía, y me dirijo en esa dirección. —¿Eres uno de ellos? —me pregunta la señora de la recepción. Levanto una ceja, porque no puedo calmar lo suficiente mis pensamientos para hablar. —Hay un montón de ellos aquí por él. —La miro fijamente—. Su familia.

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Descripción: 6 —Friday —dice. Ese es mi nombre. Viernes. Como el día de la semana en inglés. No es el nombre en mi certificado de nacimiento, pero me queda mejor que la vieja reliquia de mi vida anterior—. En unos diez días, quiero que vengas para un análisis de sangre. Cody se frota las manos. Está tan emocionado que me pongo toda llorosa de nuevo. Esas podrían ser la hormonas que solían sacarme en un ciclo similar a la de la donante de óvulos, pero de cualquier manera, estoy mucho más emocional que en un día normal. —¡Diez días hasta que sepamos si vamos a tener un bebé! —chilla Cody. Una sonrisa tira de mis labios mientras Garrett me ayuda a sentarme. Me siento mucho mejor con el vestido cubriendo todas mis partes femeninas, en vez de tener mi hoo-ha en el aire para que todos lo vean. —Puedo ir a trabajar hoy, ¿no? —pregunto. Asiente. —La única cosa que no puedes hacer es tener un orgasmo. El calor se arrastra hasta mis mejillas, así que froto mis palmas contra ellas. —¡Oh, no! —grito—. ¿Tendré qué prescindir de mis orgasmos diarios? Garrett levanta dos dedos. —Dos veces los domingos. —No levantes objetos pesados ni hagas ejercicio vigoroso. Y nada de baños calientes —dice la doctora. Mira el tatuaje en mi rodilla con gran interés. Es una tela de araña con un sonajero en medio. —Interesante —dice, más para sí que para mí. Demonios, ya vio el que tenía en el interior de mi muslo. Cubro mi rodilla con la mano, y quita su mirada. Tengo tatuajes por todo el cuerpo. Me encantan, y cada uno cuenta una historia. Dibujé la mayoría de ellos, y todos significan algo para mí. Sé que las personas con tatuajes tienen una gran cantidad de estigmas unidos a ellos, pero me gusta el arte, y me gusta llevar el arte en mi cuerpo. Júzgame si quieres, porque no me importa. —Tengo que volver al trabajo —dice Cody, y se inclina para besar a Garrett en los labios. Luego besa mi sien y se va, su sonrisa es grande y brillante. Garrett se junta a mí mientras me cambio de ropa detrás de la cortina. Puedo oír sus pies golpeando el lado de la mesa de examen en la que está sentado. Es como un niño pequeño con los pies balanceándose atrás y adelante. —¿A dónde tienes que ir cuando salgas de aquí? —pregunta. —Al trabajo —le digo mientras saco mi vestido por encima de mi cabeza. Me gusta la ropa clásica, y hoy no es diferente a cualquier otro día. Me pregunto cómo podré usar ese estilo de ropa cuando mi vientre sea grande y redondo. No estoy segura de que la ropa de maternidad tenga inspiración en lo clásico o si será fácil de encontrar. —¿No quieres tomar el resto del día libre? —pregunta él—. Podríamos ir de compras. Comprar cosas de bebé.

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Descripción: 6 Uno de sus guantes se desliza por la muñeca, y ahí es cuando me doy cuenta de lo serio que es esto. Lark nunca se quita los guantes. Nunca deja que nadie vea sus manos o brazos. Jamás. Durante mucho tiempo, pensé que solo era una rarita de los gérmenes, hasta que descubrí la verdad. Pero el hecho de que acaba de dejar que su guante se deslice me dice mucho. —¿Murió alguien? —pregunto. Asiente. Pero luego niega. Luego vuelve a asentir. —¡Oh, Dios mío! —Me tapo la boca con la mano—. ¿Quién? —Sam Reed —jadea. Mi corazón se tambalea. Mi estómago se hunde y la oscuridad llena los rincones de mi visión. —Emily acaba de llamar para decir que él estuvo en un accidente realmente malo. Están todos en camino de regreso de la playa para ir al hospital. Me hundo en una silla. —¿Y él murió? —¿Cómo pudo hacerlo? Tenemos asuntos pendientes. Agita una mano en el aire. —No, no, todavía no. Me levanto de un salto. —Entonces, ¿por qué demonios me dijiste que estaba muerto? —¡En ese momento, estaba tratando de respirar! —grita de vuelta—. ¡No es mi culpa que lo entendieras mal! La puerta se abre de nuevo y otra de mis hermanas entra en la habitación. Por fin. Alguien que puede darle sentido a esto. —Emily acaba de llamar de nuevo —dice Wren—. Ellos acaban de llegar al hospital y Sam está en cirugía. —Wren podría ser un desastre en el exterior, pero es muy calmada por dentro. Gracias a Dios. Meto las baquetas en mi bolsillo trasero y me dirijo a la puerta. —¿A dónde vas? —grita Wren a mi espalda. No la espero. Paro un taxi y entro, mi corazón latiendo a un kilómetro por minuto. Sam está en el hospital. En cirugía. Dejé las cosas en un mal lugar la última vez que lo vi. Un muy mal lugar. No puedo soportar la idea de que esté herido y posiblemente muriendo sin saber realmente cómo me siento por él. *** El taxi se detiene en las puertas de la Sala de Emergencias y salgo. Voy a la recepción, y me dicen dónde está la sala de espera para la cirugía, y me dirijo en esa dirección. —¿Eres uno de ellos? —me pregunta la señora de la recepción. Levanto una ceja, porque no puedo calmar lo suficiente mis pensamientos para hablar. —Hay un montón de ellos aquí por él. —La miro fijamente—. Su familia.

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